Jaime Y su familia!

Jaime Arturo Lozano Espín
Hijo de Jaime Lozano Aguilar y Ana bertha Espín

Pisó los foros de teatro antes que una cancha de futbol, pero la farándula jamás lo atrapó. En el césped, Jaime Lozano encontró un remedio a la soledad como hijo único de dos actores. Pero no descarta, algun día, representar en un escenario a Napoleón, su personaje preferido de la historia, "porque fue un hombre sagaz, inteligente y líder".
A los 40 días de nacido el ahora jugador estuvo por vez primera en un camerino, mientras su madre, Ana Bertha Espín, se reponía de su debut maternal con vestidos de gala y aplausos. A ella debe su apasionamiento aislado por las telenovelas. "No me gusta estar pegado a la pantalla, pero escucho comentarios sobre el buen trabajo de mi mamá y me pico".
¿Por qué no seguiste la carrera de actuación?
De niño acompañé a mis padres a los ensayos: se tardaban 6 o 7 horas en hacer una escena de 10 segundos, mucho trabajo para tan poco... Llevo en la sangre la misma chispa de ellos, pero prefiero desarrollarla en un campo.
Creció entre pelucas, guiones, maquillaje y luces. Atardeceres de chaquira: de la escuela a los foros de grabación: al papá, Jaime Lozano Aguilar, actualmente sale en Mañana es para siempre con el papel de Jairo.
En el terreno actoral, el Jimmy no tuvo grandes alcances: su mejor papel fue el de un marinerito en el taller escolar. "Lo que más me quedó de mi infancia en el espectáculo fue la naturalidad frente a las cámaras. Nunca me han espantado, aunque habría que decir que pocas veces están atrás de mí". Así desde pequeño: solía recibir las noches pateando un balón. No le pesa la falta de compañía, por el contrario, la disfruta. En 30 años, sólo ha habido dos momentos de odio a la soledad... "Tenía 12 años cuando se separaron mis padres: no tienes con quién platicarlo o compartirlo, te tragas todo". Y el segundo después de su paso al Celaya: "Tenía muy poca actividad en Pumas y por eso pedí salir, pero en Celaya me fue peor: muchos partidos a la banca. Por un tiempo me sentí derrotado, sin futuro". Fue en esa época cuando su madre lo invitó a una entrega de trofeos en la que ganó el premio a la mejor actriz del año. Y la dedicatoria no pudo ser más especial: Va para mi hijo, con la idea de que comprenda que la vida no es fácil, que al éxito se llega con sacrificio y perseverancia.
Por eso la admira, igual en su papel de una dulce tía que en el de villana, lo mismo caracterizando a una extranjera que a una sonorense, con la voz ronca de Ana Guevara. "No sé de dónde saca tantas voces, cuando la veo en el escenario a veces pienso que no es ella".
Entre la carrera de sus padres y la suya, encuentra una similitud: "No han sido un boom , pero poco a poco han ido mejorando y ganándose su fama, sobre todo mi madre, a quien no la han reconocido como merece".
¿Actor? Una profesión descartada, decidirá entre dos caminos: la música o el periodismo. "Me imagino como cronista deportivo o detrás de un piano: si no jugara futbol, me pasaría todas las tardes en el teclado".
Y habrá un día en que se vestirá del general Bonaparte...